Como madre tengo incorporadas en mi ser múltiples alertas, a veces, certeras y ajustadas, capaces de prever hasta el más mínimo de los peligros que pueden sufrir mis hijos y, otras veces, hipersensibilizadas por la experiencia propia o ajena que debo procurar que no interfieran en su desarrollo pleno y libre como personas con la excusa de la lógica protección natural.
Sin embargo, hay una alerta que me preocupa, la idea que tienen del amor. Cuando entienden que un chico puede y debe controlar lo que hace su novia, lo que pone en sus redes sociales, lo que habla con sus amistades o su familia; cuando una chica se pliega a los deseos de su novio dejando a un lado su propia personalidad y cambiando su forma de ser, de vestir, de relacionarse; entonces percibo con claridad que no entienden el amor, que no entienden que el amor es respeto, igualdad, es construir juntos sumando no restando.
Por ello, invito a todas las madres y padres con hijos e hijas en edad adolescente a que, además de hablarles de sexo, incorporen a la “gran conversación” la diferencia entre relaciones sanas de las que no lo son y les enseñen a detectar las primeras señales de lo que llamamos violencia de género que, si no paramos a tiempo, siempre irán a más.
Esta conversación, desde mi punto de vista debemos tenerla tanto con nuestras hijas como con nuestros hijos. A nosotras, como mujeres, siempre se nos ha dicho por dónde no debemos ir, cómo debemos comportarnos o vestirnos; pero a los chicos, a los adolescentes, también hay que inculcarles que a las mujeres hay que respetarlas y no controlarlas ni abusar de ellas. Sólo así avanzaremos en una sociedad en igualdad y libre de cualquier forma de violencia contra las mujeres.
Además, enseñémosles a escuchar, a tener espíritu crítico ante la música, el cine, los contenidos audiovisuales, los videojuegos. Yo no quiero prohibirles que escuchen un a determinada música o que sigan a una youtuber concreta, quiero que analicen lo que ven u oyen para que fortalezcan su personalidad y canalicen sus emociones. Siempre han existido contenidos y letras mejores y peores; la clave está en los ojos con los que los miramos y enseñamos a mirarlos.
Autora: Pilar Moreno Sastre, madre de una hija de 12 años y de un hijo de 9 y Vocal Asesora de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.