La realidad es que el móvil ya es parte de nuestro día a día. Sobre todo después del boom de los smartphones. Con ellos, podemos conversar con los amigos, pagar facturas, enviar y recibir correos electrónicos, filmar, hacer fotos e incluso jugar. Está todo allí.
Este pequeño dispositivo reúne todo lo que necesitamos en un solo lugar. Quizás sea por eso que nos hemos vuelto tan dependientes de él.
Muchos incluso arriesgan a decir que el móvil es una extensión de nuestro cuerpo. A simple vista eso parece exagerado, pero pensemos un rato: ¿qué es lo primero y lo último que hacemos en el día? Mientras charlamos con nuestros amigos, ¿pasamos de ellos para ver un mensaje? ¿Mientras vemos nuestra serie favorita, solemos echar un vistazo a la pantalla de nuestro móvil?
Si las respuestas están, de alguna manera, relacionadas con tu querido smartphone, no es tan exagerado.
Datos de Ibope Media ―empresa de investigación de mercado― ayudan a entender ese escenario. El deseo de estar todo el tiempo conectado ha aumentado el uso de los smartphones, según revela la encuesta. Además, entre las personas que los compran, el 58% dicen que consumen sobre todo aplicaciones y juegos. Pero los datos que más llaman la atención son que la primera actividad que hace aproximadamente el 33% de los encuestados al despertarse es acceder a su móvil, y que el 27% lo utilizan incluso cuando están en el cuarto de baño.
Parece realmente que el móvil se ha convertido en una extensión de nosotros. Sin embargo, el psicólogo Alexandre Vieira resalta que no son los smartphones, ni su uso supuestamente estandarizado, los que acercan o alejan a las personas: «Lo que determina el acercamiento o el alejamiento de las personas no es la tecnología, sino las elecciones interactivas de cada individuo», completa.